Bloc abierto de par en par

© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.

16.12.25

MIEL PARA MOSCAS

Estaba recostado para ser rasurado y depilado todo su cuerpo. Mientras el barbero real cumplía su misión, el dios, con los ojos cerrados elucubraba y hacía planes de futuro. Acababa de llegar al trono de la tierra de Sekmet y consideraba que había al fin llegado su hora. El cuerpo del dios iba poco a poco siendo desprovisto de todo rastro de vello superfluo; primero era la cabeza, las cejas y pestañas, eliminado todo rastro de impureza. El escribano y consejero Ammyt, servidor de Ra, escuchaba, asentía y escribía en un papiro atento a las palabras del dios. En la cámara real se escuchaba el trino de los pájaros en los jardines y el suave raspado de la hoja de afeitar y las cremas exfoliantes. Eran las palabras del Señor de las Dos Tierras para ser transcritas:
—Sean retirados todos los vestigios de la reina. Retírense los bustos de la mujer que ejerció como faraón de la Capilla Roja del Templo de Karnak. Prohibida sea su mención entre uno y otro confín de la tierra negra de Egipto, que desaparezca su recuerdo. Es voluntad de mi divina persona que toda alusión escrita o pintada en la sagradas paredes de cualquier templo o estela, muro o pedestal, sea arrancada la piedra o esmaltes que hasta ahora han representado a la reina usurpadora —levantó su dedo índice— que los dioses la olviden por toda la eternidad y la dejen en la sima del Inframundo. En su lugar se restituyan, es mi voluntad y mi orden a los tallistas y pintores o arquitectos, los nombres de mi real padre y mi real abuelo, los dioses Tutmosis II y I. 
El dios hijo y nieto —Tutmosis III— elevado al trono de las Dos tierras, abrió lo ojos y ordenó detenerse al barbero real con un gesto. Aún le faltaba ser rasurado y afeitado el resto del cuerpo que el faraón mostraba desnudo sobre la camilla. Miró con reprensión al escriba, quien parecía dudar. 
—Mi señor ¿hemos de remover la tumba de la... y arrojar sus restos a las alimañas del desierto? —se atrevió a preguntar dubitativo el fiel Ammyt deteniendo el cálamo sobre el papiro. 
—No —zanjó tajante el dios Tutmosis—. Es mi voluntad seguir las enseñanzas del sagrado Libro de los muertos; el cuerpo está ya en manos de Annubis, su alma ha sido pesada por Osiris y su destino ha de ser el vagar eternamente en el Amenti. Es el destino de la usurpadora. 
—Mi señor y dios de Egipto... —el escriba sentía necesidad de hablar; bajó la mirada y dejando el cálamo, extendió implorando las dos palmas de sus manos hacia el faraón— si me permite mi señor hacer notar a este humilde siervo... 
—Detente, mi buen escriba, tu insolencia me irrita —Tutmosis III hizo un gesto para que el barbero real continuara el proceso de eliminación del vello corporal del faraón. Los pectorales del dios, oscurecidos por una leve pilosidad, se convertía en una suave piel cuando el barbero lo rasuraba y le ungía con suave aceite de coco del desierto líbico.— Sean mis palabras ley que todo mi pueblo ha de cumplir. —Pero mi Señor, dueño y dios del alto y bajo Egipto —el escriba humilló la cabeza temiendo la ira por aquella recalcitrante y osada insistencia—. Ha de saber mi señor que el alma humana es, muchas veces, previsible, que las energías gastadas en eliminar todo vestigio de memoria es muchas otras tantas veces como miel para las moscas y los intentos de obligar al pueblo para olvidarse del enemigo, el pueblo lo considera, por contra, un acicate, y cabe la posibllidad de que el pueblo en lugar de olvidar para siempre, recuerde también para siempre, sin lograr los objetivos previstos. 
Se hizo un silencio aplastante en la cámara real del templo de Tebas. El barbero detuvo la cuchilla a punto de comenzar a rasurar el divino sexo de Tutmosis; el escriba contuvo la respiración. El faraón enarcó el lugar que minutos antes habían ocupado las cejas. Parpadeó sin pestañas. Se incorporó y su cuerpo a medias exento de vello refulgió brillante cuando los rayos solares incidieron en su divino cuerpo. Este levantó las palmas de las manos en actitud de hablar. 
—No me mueve la venganza hacia la usurpadora y maldita Hatshepsut. Nunca ha sido esa mi intención puesto que la venganza es impropia de Nos, los dioses —Tutmosis III, llamado también Menjeperra Dyehuthymose amagó un gesto de condescendencia hacia su ministro escribano para que no tomara sus palabras ni siquiera para recogerlas negro sobre blanco—. Mi divinidad no necesita la venganza... sino el propio aprovechamiento interesado de la Maldición de su Memoria. Necesito que mi pueblo hable, murmure, cabile, rumíe, difame, ajuste sus cuentas personales entre sí o, en la intimidad, adore y añore a mi antecesora, usurpadora y profanadora de la corte divina de Egipto; que la memoria de la reina que ejerció como faraón de forma blasfema sea como tú mismo has dicho: miel para las moscas; es decir, ¡prohibamos para que el pueblo de Egipto ignorante, añore y desee! Que el simple recuerdo de la usurpadora Hatshepsut sea la yesca que proporcione del pedernal la llama del odio entre el pueblo para encender los espíritus a favor y en contra. Necesito ese tiempo estéril de cuitas del pueblo, para hacer a Mi real gusto un pais que extienda los dominios más allá del desierto y de las fuentes del Nilo. 
Hizo un breve gesto Tutmosis III, y el escriba se retiró sin dar la espalda al señor de Egipto desapareciendo tras la puerta de la cámara privada. 
El barbero, sordo y mudo, encargado durante años de rasurar los cuerpos de los dioses y sus esposas reales, así como de los sacerdotes del templo —su lengua había sido cercenada y sus tímpanos taponados con brea hirviente para hacerle testigo fiable— tomó con delicadeza el diminuto y fláccido miembro viril del dios faraón Tutmosis el Conquistador, y comenzó a rasurarlo con especial tiento y mimo.
«Tutmosis III, vida y muerte gloriosa» 
(Meret-Nefer, cronista de la corte de Amenofis II)

4.12.25

Historia de Hspania Citerior

Antonino Pío no lo consultó con nadie, ni siquiera con su augusta esposa Faustina la Mayor. Había recibido noticias de Hispania y era de verdadera urgencia, dado que se había declarado una peste en los cerdos de la Citerior Hispania. Daría órdenes inmediatas de movilizar a las legiones allí acuarteladas para dar caza a la población de jabalíes que son transmisoras de la peste del puerco. En realidad le daba lo mismo a Antonino Pio si las bestias contagiaban a los cerdos ibéricos o no. Allá los hispanos con sus cuitas. A él, emperador de Roma, lo que en realidad le importaba y mucho era que los jabalíes no traspasaran los Pirineos, la Galia y los Alpes. No quería ni pensar en manadas de jabalíes y piaras de cerdos apestados trayendo a las calles de Roma la nefasta epizootia.
«A Quinto Jonio Rustico, en Tarraco Augusta, Cónsul de Hispania Citerior. Órdenes prestas y con urgencia: procede y moviliza a cuantas centurias sean necesarias, así como, lee con atención, haz acudir a la tarraconense a la mismísima Legion VII Gemina si ello fuera preciso, así como reclutar honderos y ballesteros baleáricos con objeto de abatir, aislar, identificar a los líderes de la manada y proceder a sacrificar y exterminar a estos y todos los jabalíes y berracos, así como a alimañas portadoras de la peste. Procede, Cónsul, a su sacrificio para evitar el paso de los confines de la provincia hispana con la Galia. Te lo mando y apelo a la protección de la diosa Diana la Cazadora y de todos los demás dioses que protejen Roma y a sus ciudadanos. Te saludo, te exijo tu sapiencia e imploro tu valentía en resolver esta crisis de Estado. Antonino Pío, Emperador» Antonino Pio envió al mejor jinete, el más incansable, y la mejor montura con salvoconductos que le permitieran atravesar montañas, vadear ríos, cruzar marismas, campos, ciudades, y llegar a Hispania con las órdenes imperiales. Había que aislar el mal...

30.11.25

Amón, Isis y Ptolomeo IV

Ptolomeo IV Filópator fue un mal faraón. Reinó en Egipto 200 años antes del nacimiento de Cristo. No consiguió sofocar la revuelta que dio comienzo en el Alto Egipto y fue depuesto a través de intrigas palaciegas. El templo, levantado en honor a Horus y a Isis, se conviertió en el lugar donde Ptolomeo se haría fuerte. Mas de nada le valió. El descontento del pueblo viendo como los graneros reales eran poco a poco desvalijados e injustamente incautados hicieron que la hambruna, la escasez debido a los bajos niveles del Nilo por la falta de lluvias y la corrupción hicieron que el pueblo se rebelara. Ptolomeo hacía oidos sordos y su única respuesta era el arrojar a las aguas del Gran Río a aquellos que tuvieran la osadía de llevarle malas noticias. Ptolomeo solo gustaba de solazarse en las terrazas entoldadas, sombreadas de palmeras y cañaverales, mecido en sueños y duermevelas entonados en sus oidos por dos efebos nubios, mientras degustaba de enormes bandejas de oro puro repletas de frutos de las riberas del rio: Pan de pita, hummus, dátiles envueltos en delicadas hojas de maiz prensadas; alimentos traidos de más allá de las fronteras; aceite de oliva de Iberia, terneros y corderos de Mauritania; milhojas de ajonjolí del reino alauita; vino fenicio especiado y cerveza de los sacerdotes del templo de Karnak. Del lejano reino del Indo, frutos y especias de todo tipo. No menos le gustaba al dios Ptolomeo. Pero no parecía ser consciente de lo cerca de la gran tragedia que se cernía sobre el reino: los cuervos y arrendajos volaban alto en el cielo augurando y barruntando muerte y destrucción. Mas el dios cavaba su tumba; en el exterior de las puertas del templo se revolvían las masas. Los dos semidioses —reencarnados en Horunnefer y una sacerdotisa erigida como Némesis—, consiguieron alertar, prevenir y disponer para la batalla para arrancar al tirano e iracundo faraón de la silla reservada a los verdaderos dioses. El templo de Amón de Debod era un clamor que no conseguía traspasar y molestar el dulce estar del dios faraón degustando los placeres del cuerpo y de la mente. Los jóvenes nubios dejaron las cantinelas y comenzaron un delicioso masaje. Pero el murmullo se iba conviertiendo en clamor en el exterior del templo de Debod Amón. >

14.10.25

TRATATUS BRINDISIUM PAX

TRATATUS BRINDISIUM PAX (Lucius Marcius Fabius, historiador) Brindisum brillaba a la luz del sol del Mare Nostrum. La ciudad acogía la firma de un gran tratado de paz del triunvirato. En realidad era un armisticio que ponía fin a años de inestabilidad del Imperio. Al fin César Augusto, Marco Antonio y Marco Emilio Lépido habían llegado a un acuerdo que se aprestaban a firmar, aun con los ojos tapados y los puños crispados en sus gladios envainados. Se acomodaron en sus triclinios y se dispusieron a estampar sus sellos en los papiros que se guardarían en el Senatus de Roma decretando la Pax. Habían sido invitados los cónsules, procóncules y gobernadores de todas las provincias, incluso las más lejanas. Entre ellos estaba Antonino, su mujer Fulvia y el hermano Lucio venidos desde la díscola provincia hispana ajena a asuntos del gobierno del imperio. Los miembros del triunvirato los miraron con desdén, aunque las sonrisas forzadas y los parabienes no fueron eludidos sabedores de las ansias del poder del hispano sin méritos suficientes que aportar al Senado, simple invitado perdido entre la baja elite provinciana. Firmaron la paz los miembros del triunvirato -como mandaba la tradición descalzos de sus 'caliguli' o botos en señal de humildad-, se saludaron unos a otros de forma fria sellando un periodo de paz que duró poco. La guerra fue inevitable y el tablero de ajedrez, el puzzle, el inestable equilibrio de la política romana dio como resultado la caida de Antonino, víctima de su ensoberbecida y ebfermiza codicia política y el sorprensivo ascenso de Lucio, su hermano, como nuevo gobernador de una pequeña parte de la provincia Lusitania. Brindisium pasaría a la historia como el pricipio del fin de la República para dar paso al Imperio romano. Brindisium vivió unos dias de gloria, con sacrificios a los dioses, banquetes y vino a raudales, danzas y ritmos de bailarinas de ébano de los confines africanos y sofisticados efebos griegos tan del gusto de los patricios con que satisfacían sus deseos libidinosos. Brindisium fue el escenario donde la muerte y el poder se daban la mano. (Agradezco a la Onorevole Signora Sara Fedelini la facilidad prestada para husmear, en mi lugar, en los archivos del Comune di Latina, Italia. Grazie mille)

15.9.25

El tuercevotos

Un señor me ha llamado "facista" (no lo sabe ni escribir correctamente). Es un antiguo político que ha debido aprender poco respeto en sus numerosos cometidos en sus modus vivendi institucionales. Ahí queda el calificativo que me ha escupido, que no quede que siento temor. No soy fascista, ni progresista, ni me debo como él, a carnets, comités federales o centrales. No recibo consignas, ni las comparto, ni espero nada de nada, ni de secretario general ni de jefe de grupo parlamentario alguno, ni espero la sonrisa o la palmadita en la espalda de compañeros o camaradas (de estos numerosos motivos, tal vez alguno o todos... o que no pienso como él, me haya ganado el calificativo de "facista"). Soy un simple ciudadano con afán de tener criterio propio, muchas veces desorientado, pero con ansias de gustar la libertad de expresión, de acción, de creencias o de gustar las ideologías que me vengan en gana. Yo voté la Constitución de 1978 y ayudé con mis votos a que estos señores llegasen al poder. No debo ni me deben. Pero no estoy acostumbrado ni dispuesto a recibir calificativos gratuitos de sedicentes "demócratas-de-toda-la-vida". Váyase, deje que me exprese como yo desee, y si no está en condiciones o no sabe debatir sin ánimo ofensivo, mejor que siga su camino condiós. Pero antes, le pido que lea, si puede, algo de Historia y se documente sobre el Fascismo y se entere de en cuál partido militó y mamó la leche que luego se gastó. Mire y entérese bien cuál fue el partido de Benito Mussolini; yo se lo digo: dirigente del Partito Socialista Italiano. Item más: el otro baranda de nombre Adolf, ni más ni menos creó el Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán, lo de "socialismo" como zanahoria para atraerse a la clase obrera, aunque luego sibilinamente quedó como simplemente Partido Nazi. Así que ahí estamos, los dos fascistas por antonomasia algo tuvieron que ver con el Socialismo, anteayer. Y créalo, existe, sí, el fascismo de izquierda, pongamos por caso al sindicalista que puso encima de la tribuna del Congreso de los Diputados una hermosa pistola. Aunque el más 'guai' fue sin duda el "lenin español", sí ese que quiso llevar a la dictadura del proletariado del socialismo soviético a nuestros padres y los condujo -él y otros-, con enorme irresponsabilidad a la guerra civil. Era cuestión de tiempo.

27.8.25

La pancarta

LA PANCARTA DE DOS CARAS No dejemos que la burda propaganda inunde nuestro entorno. No dejemos que las tremendas imágenes sean la única cara de una moneda mostrada por las potencias del mal de la mano de bienintencionados portavoces. No nos dejemos mediatizar por la prensa y redes sociales que ocultan convenientemente las raíces, el núcleo de un conflicto que se remonta a siete décadas atrás, cuando no a veintisiete siglos atrás. No nos dejemos culpabilizar por la altisonante coreografía de masas enardecidas enarbolando banderas, pancartas y consignas promovidas por naciones enemigas de la civilización occidental y verdugos de los más elementales derechos humanos, entre ellos los de la mujer y los de los homosexuales. Exijamos que esas pancartas lleven sí, la muerte de niños en la parte delantera, y en la otra, detrás, las máscaras siniestras, asesinas y cobardes de quienes se esconden detrás de esos mismos niños, verdaderos culpables y causantes primeros de esta tragedia. Permíteme que yo te lo diga: en la parte delantera de la pancarta, SÍ, los niños palestinos víctimas así como los enterrados en vida israelíes; y detrás, en el reverso escondidos TAMBIÉN Y SOBRE TODO sus asesinos terroristas de HAMÁS. Seamos valientes y digamos las verdades completas para que sean lo más cercano a la Verdad. Que ésta, busquémosla, (n)os haga libres. NOTA: Esa pancarta con las dos partes también podría ser la mía. Así, con una solitaria y medrosa cara, NO.

MIEL PARA MOSCAS

Estaba recostado para ser rasurado y depilado todo su cuerpo. Mientras el barbero real cumplía su misión, el dios, con los ojos cerrados elu...